jueves, 7 de octubre de 2010

HIJOS, PADRES, ABUELOS….

Uno se pasa la vida siguiendo un guión no escrito que viene a sintetizarse en lo siguiente. Y me refiero a la generación nacida entre 1940 y 1955 del pasado siglo.
Pasas una infancia dedicada a obedecer y a hacer lo que te dicen tus padres. Si has tenido suerte, te han mandado a la escuela a estudiar y después, entre pitos y flautas, te encuentras en la juventud buscando qué hacer y probablemente devanándote los cesos para resolver por ti mismo los problemas del mundo mundial. En mi época, además, te metían en la mili a pasar un año y medio haciendo el tonto y perdiendo un tiempo precioso en una edad estupenda en todos los sentidos.
Después a trabajar y sin casi darte cuenta, te casas y tu señora trae al mundo los hijos procreados por ambos los dos.
Y entonces tu vida se limita al trabajo duro que genere los recursos necesarios para sacar a tu familia adelante, con lo cual se te pasan los años casi sin enterarte.
Mientras tanto, tus padres y los de tu esposa se hacen cada vez mayores, por lo que hay que prestarles la atención debida. Con la esperanza de vida para los próximos diez años que publica hoy el INE (80,1 años para los hombres y 86 para las mujeres, con un incremento poblacional de 1,2 millones de residentes), pues nos encontramos llegando nosotros a los 60 años de edad cuidando, no solo a nuestra familia sino a los mayores, hasta que Dios quiera.
De forma tal que, casi llegando nosotros a los 70 años nos encontramos atendiendo a nuestros mayores, que se lo merecen, faltaría más.
Pero es que, además, también nuestros hijos han ido formando sus familias y trayendo hijos a los que denominaremos nietos por derecho. Para más inri, las nuevas generaciones de mujeres se han incorporado, en un período récord de 10 años a la vida laboral, allá cuando se les reconocieron sus legítimos derechos a tal menester.
Yo me pregunto si a la par se analizó a consciencia si nuestro país era capaz de digerir en una década tal demanda de empleo, aunque visto lo visto y a Dios gracias, así parece haber sucedido, al menos durante un largo período de tiempo porque hoy en día las cosas son muy diferentes, lamentablemente.
Y llegados a las edades antes indicadas, lo lógico es que nos vaya llegando también el momento de pasar a clases pasivas (pensiones, jubilados…) con lo que nuestros hijos piensan que disponemos de todo el tiempo del mundo para cuidar de los suyos, llevarlos al cole, recogerlos a la salida, entretenerlos hasta que uno de sus progenitores finalice con sus compromisos laborales. ¿Se pensó entonces también en la educación de los hijos de los matrimonios en los que trabajan los dos? ¿Si? ¿Seguro? Es sabido que han proliferado guarderías particulares donde el único cualificado es el dueño del negocio y los/as empleados/as, en mucho de los casos, son inmigrantes con una voluntad y cariño increíbles en la mayoría de las veces pero…con otra cultura que de seguro van a dejar mella en nuestros pequeños…¡Caramba!
Y claro, con edades entre los 60 y 70 años, a ver en qué condiciones está uno para, además de atender a nuestros progenitores, preocuparnos por nuestros nietos, que lo hacemos seguramente con el mayor cariño del mundo.
Pero es que lo que verdaderamente preocupa al club de los abuelos es que la criatura a la que estás cuidando en el parque o en tu casa, se le ocurra una niñada de peligro y que el abuelo no se encuentre en condiciones físicas de responder…¿Se imaginan el drama? Por los nietos que conozco (los míos y los de otros), aunque los queremos y adoramos con todo el alma, estos hacen los que les da la gana en el sentido de que salen corriendo sin decir ni adiós, a lo peor en dirección a la carretera por donde pasan coches…???
Si señor, duro dilema…
En fin, uno pasa la vida formándose, luchando por una familia y cuando se estabilizan las cosas, atendiendo a los mayores ascendentes y posteriormente, también a los nietos con mayores o menores condiciones físicas. Y a nosotros mismos que ya empezamos a chochear…

Qué raro todo esto ¿no?

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