08/04/2019
Maratón de partidos políticos en tiempos preelectorales.
La reciente legislación española favorece el hacer propaganda política a través de las redes sociales, una especie de regulación del tan cacareado Cambridge Analyst y otros que han descubierto cómo impulsar una intención de voto hacia un lado u otro del espacio electoral y que de tanto le sirvió, por ejemplo, a Trump, al Brexit o al mismo Partido Popular en las últimas elecciones.
No deja de ser curioso el hecho de que en plena campaña electoral, como de siempre ha sido, los diferentes partidos dediquen muy importantes recursos a defender sus propuestas, veces justas, honradas, necesarias, de vital importancia para el país pero otras que no pasan de burdas promesas muchas veces del todo imposibles de cumplir. Para ello recurren a la inventiva, a las verdades a medias, a informaciones trucadas, fuera del contexto que se quiere transmitir, extracciones parciales, etc.
Y todo ello en una sociedad que se autoproclama democrática donde existe todo tipo de ideología política y donde caben los que piensan que nuestros gobernantes deben encaminar sus políticas hacia la protección de su dinero e incluso abrir canales para permitir que éste aumente, favorecer el pelotazo, la trampa fiscal y demás artilugios democráticamente insanos. También los que piensan diametralmente de forma opuesta, tanto que el hablar de un partido o de otro hoy en día resulta hasta casi absurdo.
¿Por qué? Pues porque ante tan alto número de opciones para votar resulta casi imposible entender que alguien luche, grite, discuta, imponga y hasta pierda amistades, como si de equipos de fútbol se tratara, en pro de un determinado partido político. Parece más lógico y de mentalidad madura el meditar seriamente las conveniencias de nuestro país, lo que realmente sería bueno y lo que no. Los de una parte y los de la otra y una vez definidas, buscar el partido que más se asemeje o camine en consonancia a sus criterios que de seguro no cumplirá con la totalidad. Y entre todas las opciones, seleccionar aquélla que más puntos coincidan con los que yo he deducido y nunca dejar de votar.
Vengo a meditar en que me parece mucho más justo, incluso lógico, que lo que se discuta sean ideas y no sobre partidos y que de esta forma ganaríamos, nos enriqueceríamos todos. Independientemente de lo que se cuente en los mítines y actos de campaña, ¿existe realmente costumbre de analizar documentalmente los programas de cada uno para tomar nuestras decisiones o seguimos con el “y tú más”, unos cabreados por lo de Paracuellos con Santiago Carrillo y otros por lo de la masacre de Badajoz con Yagüe? Sería diferente el ambiente…¿o no?
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